Lila
es una perra teckel negra que me regala su amistad todos los días. URI, en cambio, es una diosa: es la Unicornia Rosa Invisible.

De vez en cuando URI le hace alguna revelación a Lila -vaya Vd. a saber por qué- y Lila,
si le parece, me cuenta lo que cree haberle entendido a URI mientras paseamos por la Dehesa de la Villa. Yo me limito a transcribir en este blog algunas de estas fantasías perrunas. Para mí es un ejercicio de expresión escrita sin otro objeto que dar forma a las ideas informes que circulan por las cabecitas de los perros; ideas que, por otra parte, los perros no suelen contarnos a menudo, puede que por educación... o por prudencia; o porque no son muy habladores, o porque no les prestamos atención. ¡Yo qué sé!

Tú, lector, no tienes por qué sentirte obligado a leer estas monsergas; si lo haces, quedas advertido de que las revelaciones de la diosa URI, aunque sean indirectas, o quizás por eso, pueden causar daños irreversibles en el intelecto.

22 de noviembre de 2010

Especies, razas y demás

- Te veo pensativa, Lila. ¿Te preocupa algo?
- Es que, Uri, miro a mi alrededor y veo que yo no soy como mi amo; tampoco soy como los conejos, ni como las palomas, ni tan siquiera como otros perros. Por supuesto, no me parezco en nada a los árboles, ni soy tan pequeña como los virus, ni tan dura como las piedras... Y, entonces, me pregunto: ¿Qué soy yo?. Tú que sabes todo ¿podrías ayudarme y decirme qué soy yo?
- ¿Me lo preguntas en serio o me estas tomando el pelo?
- Uri, ve en serio. Es que estoy confusa...
- Humm, esto... bueno... A ver por donde empezamos que tú lo entiendas. Espero no liarte. Vamos a ver... Empecemos por las piedras. Si miras a la naturaleza, verás que hay cosas animadas que se mueven por sí mismas, que cambian, que se alimentan y se reproducen...  y mueren... esas son las cosas vivas... es la vida. El resto, son las cosas inertes, inanimadas; por ejemplo, las piedras, el aire, el agua. Algunas se mueven, sí, pero no por sí mismas.
- Entonces, URI, ¡yo soy una cosa viva!
Virus del SIDA
- ¡Claro! Pero los seres vivos son muy variados: los hay más complejos, con muchas células, y más simples, con una sola célula. Y en la frontera entre lo animado y lo inanimado están los virus. Los virus son trozos de ácido nucleico encapsulado; no puede decirse que sean cosas vivas propiamente dichas porque no pueden metabolizar alimentos, pero sí pueden replicarse metiéndose dentro de otra célula y utilizando sus componentes, y... matándola, claro.
- ¡Joer, qué cabrones los virus!
- Lila. Los virus no son cabrones. No tienen intencionalidad, ni buena ni mala; simplemente se limitan a desarrollar reacciones químicas programadas, que ocasionan daños colaterales. Pero sigamos: hay una clase de células un poco más complejas que los virus, que son las bacterias -llamadas también "procariotas"-, que ya tienen cositas que les permiten metabolizar alimentos, moverse y reproducirse, pero su único cromosoma anda por allí dentro del citoplasma sin estar específicamente encerrado en un núcleo con membrana. Las procariotas son los seres vivos más simples que hay, siendo los precursores de todos los demás seres vivos... eso creen algunos.
Esquema de una bacteria
- ¿Ah, si?... pues no me parece a mí que yo sea una bacteria... procaria, o como se diga.
- Pues claro que no eres una bacteriano, pero desciendes de ellas; en cierta forma, puede decirse que eres una bacteria evolucionada.
- ¿Y eso?
- Como te decía, Lila, algunas "procariotas”, después de muchos millones de años de andar por la tierra y el mar, confinaron su cromosoma que pululaba dentro del citoplasma celular, rodeándolo con una membrana que le mantenía separado del resto de los componentes de la célula; es decir, desarrollaron el núcleo celular. Esto permitió otros tipos de reproducción, comenzando así una larguísima saga evolutiva, la de las células "eucariotas" -término que significa células con núcleo- de las que resultaron, simplificando la cosa, cuatro grandes dominios o "reinos" de organismos vivientes: Protista, que son las células simples o agrupadas en colonias, pero nunca formando estructuras ni tejidos de organismos superiores; Funghi, que son los hongos, setas y demás; Plantae o plantas; y Animalia, que son los animales...
- Ya veo... entonces... yo pertenezco al reino...
- Animalia, ya que tú eres un animal.
- Coño, URI, no ofendas... Es que dicho así...
- No, si no es ninguna ofensa. Estamos hablando de ciencia, y en la ciencia sólo hay hechos, datos, modelos y experimentos, nunca ofensas. En algunas ocasiones, son las intenciones de los hombres las que pueden ofender; en otras, son los hombres en exceso suspicaces los que pueden sentirse ofendidos, pero la ciencia es eso: ciencia, y nunca jamás es ofensiva.
- Bueno, sigue. Esto me interesa. Vale con que pertenezco al reino animal, como los otros perros, los conejos, los hombres... digo yo, ¿no?. Pero... pero cualquiera puede ver que no somos todos iguales... ¿Como sigue el cuento?.
- Efectivamente, Lila: no sois todos iguales. Hay muchas clases de animales. ¡Escucha y verás!. Como te decía, las primitivas células “procariotas” evolucionaron a "eucariotas", dando así origen con el tiempo a todas las clases de animales que ves por ahí. Los distintos tipos de animales, cuando se agrupan por características funcionales homogéneas, se denominan "especies". Lo más relevante, quizá, es que los animales de una especie no pueden cruzarse, es decir, reproducirse con descendencia viable con animales de otras especies, por mucho que lo intenten.
- ¡Pués claro! ¡Mira tú! Es que además no apetece nada hacerlo, por ejemplo, con un pez. Pero, a ver si lo he entendido claro: si consideramos que los perros y los conejos son especies diferentes, yo, entonces, no podría tener hijos conejo-perros... ¿No es así?
- ¡Correcto, Lila! Eres un águila.
- Perra, querrás decir. ¡Soy una perra!
- Bueno, lo decía en sentido figurado... por lo bien que has captado la idea.
- ¿Ah, sí? Pues, entonces, dime: ¿los perro-lobos qué son?
Lobos
- Es que los perros y los lobos no sois especies diferentes. Pertenecéis todos a la misma especie: sois Canis Lupus y, desde el punto de vista reproductivo, no hay problema. Para ser más precisos, los perros configuráis una subespecie dentro de los lobos llamada Canis Lupus Familiaris...es decir, Perro Lobo Familiar, pero en latín.
- ¡Anda! ¡Cómo mola! Y... ¿por qué tres nombres?
- Bueno. Los naturalistas, para designar las especies, hacen agrupaciones y subagrupaciones por características comunes, cada vez más detalladas. En este caso, Canis es el nombre del "género" al que pertenecéis. El "género" es un conjunto de especies parecidas; cocretamente, en el género Canis se agrupan todas las especies de canes: los perros, los lobos, los coyotes, los chacales, los dingos, etc. Por eso se llama Canis, que quiere decir canes o cánidos. Lupus, en cambio, es el nombre de una sola “especie” de cánidos: concretamente, se refiere al lobo común euroasiático; Familiaris es el nombre de una subespecie o  clase particular de Lupus: la constituida por los perros domésticos. El nombre Familiaris alude a que en el pasado algunos lobos fueron domésticados y desde entonces vivís "en familia" con los hombres.
- ¡Qué bonito, URI...! ¡Qué bonito! Pero, no sé... ¡me da miedo!. Es que yo me llevo a matar con los lobos... les tengo un miedo que no veas... Y... ¡pensar que somos de la misma especie!, vamos, que podemos aparearnos y todo... desde luego ¡yo no me “cruzaría” con ninguno aunque me fuera en ello la vida!...
- Pues, Lila dicen los perros que lo han hecho que los lobos para esas cosas son muy cariñosos...
- ¡Pues, apareate tu! Pero, ¿y los otros perros?... URI, ¿qué me dices de los otros perros?
- ¿Cuales? ¿Los que se aparean con los lobos?
- ¡No, caramba! Me refiero a que no todos los perros son como yo; a que no todos somos iguales: los hay grandes, pequeños, con pelo, sin pelo, feos... bueno, de todas las formas. Eso ¿son también subespecies?
- No, no. ¡Que va! Eso es lo que se entiendo por razas. Son distintas razas de perros. Todos sois perros, sólo que el hombre ha ido seleccionando y conformando con el tiempo perros con características particulares, a su capricho. Todos los perros, sean de la raza que sean, pueden cruzarse entre sí; lo que pasa es que el hombre no se lo permite, precisamente para conservar las características de las razas... Tú, como sabes, también perteneces una raza.
- ¡Sí! ¡Soy una tekel! Pero ahora, gracias a tí, ya sé también mi nombre y apellidos: soy Lila, una Canis Lupus Familiaris de raza Tekel! Y... ¡joér, cómo mola!... Lo que más me gusta es lo de Familiaris. sobre todo lo de tener una familia y que mis amos me den comida y chuches -muy pocas para lo que me gustan-; también me gusta mucho dormir la siesta encima de la barriga de mi amo, correr tras las palomas, las ardillas y los conejos cuando voy de paseo con él; pero... ¡eso sí! ¡volver a casa siempre junto con mis amos...! Oye, URI, hablando de otra cosa, es decir, de lo mismo, y ¿qué me dices de los hombres? Vamos, de mi amo... ¿de qué especie es?
- … pues...
Ejemplares de Homo Sapiens Sapiens
- ¡No! ¡URI, no me lo digas...! ¡déjame a mí adivinarlo! A ver... No será... esto... a ver.. ¿Bípedus Listillus?
- Jolín, Lila... ¡Tiras a dar!... Bueno, en serio, ¿quieres que te diga la filiación completa de tu amo?
- Pues dímela si quieres, pero a mí lo de Bípedus Listillus ya me queda bien.
- Bueno, sin coña. Tu amo, por si te interesa, es lo siguiente: reino, Animalia; filo, Chordata y clase, Mammalia. Hasta aquí, pues es como tú.
- ¿Siiií? ¡caramba, quién lo diría...! ¡Con lo listo que parece mi amo! 
- Pero, a partir de aquí, su linaje cambia. Tu amo continúa así: orden, Primates; familia, Hominidae; género, Homo; Especie, Sapiens; Subespecie, Sapiens; y de raza blanca o caucasiana, para acabar de decirlo todo.
- ¡Pues, vaya con la retahila!.
- Bueno, si quieres, puedes usar la forma científica abreviada. Dí, simplemente, Homo Sapiens Sapiens o Homo Sapiens, sin más.
- ¡Nada de eso, URI...! Nada de alimentar su ego. Como ya te dije, para mí son Bípedus Listillus y... ¡ya les vale!. Si es que los hombres, con tal de darse importancia...

17 de noviembre de 2010

Perros callejeros

 - Lila, ¿tú no tienes miedo de que algún perro te contagie alguna enfermedad de transmisión sexual? ¿Tomas precauciones en tus relaciones sexuales con otros perros?
 - No sé a qué te refieres, URI... ¿Qué quieres decir?.
 - Bueno, pues que, si no tomas precauciones, puede pasarte algo. ¿No tomas medidas profilácticas?
 - Verás, URI, si quieres te cuento lo que pasa y luego tú me dices. Verás: cuando no estoy en celo, sencillamente, no me dejo... no me apetece; les gruño a los perros, o me siento con mi cosita pegadita al suelo, como cuando mi amo me dice "sit", o me doy media vuelta y me voy.
Perros callejeros
 - ¡Ah, vaya! Podríamos decir, entonces, que practicas el método de “si uno no quiere, dos no riñen” ¿no es así, Lila?. Pero... ¿y cuando estás en celo, qué haces?
 - Pues, cuando estoy en celo ¡ay, URI!, eso es otra cosa... Si se arrima algún perrito cachondo que haya olfateado la oportunidad -cosa rara, porque, en tales coyunturas, mi amo me lleva a pasear por sitios apartados donde no pasean perros- pues, como te decía, si se arrima algún perrito, levanto el rabo y yo... me dejo llevar...
 - O sea, que lo haces sin más: ¡aquí te pillo, aquí te mato!
 - Tú escucha, URI, y no te precipites. Como te decía, me dejo llevar, pero no en el sentido que tu piensas. Verás: en tales circunstancias, mi amo enseguida se pone histérico y se lía a darme tirones de correa para apartarme del perrito; yo, por más que clavo las uñas en el suelo y tiro para atrás, nada, no puedo con él, y mi amo venga a tirar de mí, tanto que a veces me parece que me va a partir el cuello, y yo que no, y mi amo tira que tira. Y yo, aunque no lo quiera, pues termino por dejarme llevar... bueno, arrastrar más bien.
 - ¡Ah! ¿Lo de dejarte llevar lo decías por eso?
 - En parte. El caso es que los perros, cuando los espermatozoides se les suben a la cabeza, son muy insistentes...
 - Bueno, animales sois al fin y alcabo, y todos los animales estáis sometidos al estrés de la reproducción sexual... Pero, sigue, Lila. ¿Cómo termina la cosa?
 - Pues que el perrito, nevioso, por más que mi amo tire de mi, nos sigue meneando el rabo, levantando la pata intentando montarme y soltando espermatozoides por todos los lados. El pobre perro venga a intentarlo y yo, arrastras, resistiéndo los tirones de correa de mi amo. ¡Todo un cuadro, URI!.
 - ¿Y en qué acaba la cosa?
 - Pues, como el perro sigue insistiendo y no se va a pesar de los empujones que también le propina mi amo, entonces mi amo termina por agarrarme en brazos para llevarme lejos del perro. Y yo, claro, otra vez me dejo llevar...
 - ¿Te dejas llevar?
 - ¡Claro! No me queda otra. ¡Quien manda, manda!
 - ¿Y el perro?
 - El perro, pués detrás de nosotros dando saltos. Mi amo gesticula, grita y le empuja para que se vaya, en un intento vano de espantarle.
 - ¿Y cómo termina el acoso, entonces?
¿Perros callejeros?
 - Pues, normalmente, el dueño del can anda por allí y, aunque no se entera mucho de qué va la fiesta, finalmente cae en la cuenta de lo que sucede y entra en escena mirándonos a todos como si fuéramos extraterrestres,  sujeta a su perro y se lo lleva y... fin del romance. Mi amo se relaja y yo aprovecho para tomar un poco de aire... ¡Ufff! ¡Qué agobio! Te lo aseguro, URI: me queda el cuello dolorido para un par de días.
 - Podría decirse, entonces, que las precauciones las toma tu amo, ¿no?
 - Pues sí. La verdad es que los perros domésticos no “mojamos”, a no ser que nuestros amos pacten la cosa con propósitos reproductores. ¡Ay, URI! No sabes cuánto envidio a los perros callejeros: ¡ellos sí que disfrutan del sexo!
 - Bueno, Lila no los envidies tanto. Los perros callejeros puede que lo tengan más fácil, pero también están expuestos a todo tipo de inconvenientes. La cosa no es tan así como piensas.
 - ¡Ya! ... Si, por lo menos, los perros pudiéramos usar condones... Claro, que con estas patazas que tenemos, todas llenas de uñas... sin un dedo pulgar... no sé... ¡acabaríamos rompiéndolos seguro!
 - ¡Pues claro! Lila, todavía no se han inventado los condones para perros.
 - Aunque... no sé si merecen la pena, URI. El otro día, en la tele, oí decir a una monja que parecía muy puesta en el asunto, bueno, pués la oí decir que los condones no son seguros... que tienen muchos defectos de fabricación y que tienen poros por donde pueden pasar, no ya los espermatozoides, sino los virus, que son unos bichos muy, pero que muy pequeños...
 - ¿Ah, sí?
 - El caso es que, después de oir a la monja, no sé bien qué pensar, URI... A lo mejor, después de todo, la monja estaba hablando de los condones que usan en los conventos. Como las monjas son pobres, quizá compren condones baratos... y claro...
 - ¡Qué bruta eres, Lila! ¡No te enteras de nada!
 - ¡Bueno, pues sí! ¿Qué pasa? Si quieres que te sea sincera URI, te diré lo que pienso de verdad: ¡la verdad es que no entiendo bien la lógica de la Iglesia Católica!
 - ¿A qué te refieres?
 - Pues que el papa, los obispos... bueno... toda la jerarquía se opone a la utilización de los condones. No admiten su uso ni tan siquiera para prevenir el contagio de enfermedades. Según ellos, todas las relaciones sexuales deben estar siempre abiertas a la reproducción. ¡Chúpate esa! Aunque te agarres un SIDA que te lleve al otro barrio. O sea, URI, lo que yo entiendo, en palabras perrunas, es que defienden lo de los perros callejeros: "a pelo" o nada, salvando las distancias, claro.
 - Por favor, Lila, habla con más respeto de esas cosas. Por si no lo sabes, al papa y a los obispos les inspira el Espíritu Santo.
 - ¡Ya, ya! Ya sé yo que la Virgen María concibió por obra y gracia del Espíritu Santo...
 - ¡Lila! Como sigas así, te dejo y me voy...
 - ¡Jolín, URI, qué corporativista eres...! En cuanto se critica un poco a las divinidades, no admites la más mínima... Bueno, pues te diré de una vez lo que me molesta de verdad: ¡que sólo hablen de los condones, coño! ¡pero nada dicen de los tirones de correa que me mete mi amo para que no folle a gusto! ¡Eso sí que es un método anticonceptivo en toda regla!

10 de noviembre de 2010

"E pur si muove"

URI
 - ¡Vaya, URI! ¡Cuánto tiempo!... Qué alegría y qué consuelo poder hablar contigo de nuevo.
 - Hola, Lila. ¿Cómo te va?
 - Bien, bien... no me quejo... Sólo que tantos meses sin saber nada de tí me han vuelto un poco triste e irritable. Últimamente no soporto a los perros negros que vienen a olisquearme: ¡salgo a bronca diaria! Mi amo no hace más que regañarme y yo, como si nada, ladra que ladra a los perros negros. Ya sabes: los tekel, cabezones, somos un rato; no tenemos arreglo...
 - ¡Bueno, bueno! No te quejes tanto. Lo que me extraña es que me digas que estás irritable precisamente porque no hablas conmigo. Te diré que si no lo has hecho últimamente es porque no has querido...
 - ¡Pero qué dices! Mira, por más que he puesto las orejas tiesas no te he oído por ningún lado.
 - ¡Lila, Lila, Lila...! ¡Parece mentira...! ¿Cuándo aprenderás que a los dioses no se les escucha con las orejas, sino con el corazón, es decir, con los sentimientos!
 - ¿Quieres decir que tú estabas ahí, a mi lado, todos los días y que era yo quien no te oía? Porque verte, ya sé que no puedo verte, porque eres invisible... Ya me has explicado más de una vez que eres una diosa y que los dioses y diosas sois invisibles. De sobra sé que eres la diosa Unicornia Rosa Invisible y que, precisamente por eso, te llamas URI.
Lila filosofando: ¿Será comestible la piña?
 - Así es, Lila. No se trata de oírme con las orejas que te cuelgan de la cabecita, si no con los otros sentidos, los de dentro: los de querer, los de lamer suavemente, los de mirar dulce... en fin, con los sentidos con que puedes ver, olfatear y oír a los conejos cuando sueñas con conejos ¿me comprendes?
 - Sí, no sé si te comprendo bien.
 - Lo que te pasó esta temporada de atrás es que estabas tan ocupada en pelearte con los perros negros que el estrés y la ira no te daban paz para sentir las cosas “desde dentro de tí”.
 - ¡Ya! Ya me doy cuenta de lo que quieres decirme... Pero, ahora que hablamos... oye, perdona, pero quería preguntarte... eso que dices... que eres rosa y eres invisible al mismo tiempo, eso ¡eh!... eso es una contradicción como un pino ¿no?.
 - Si tú lo dices...
 - URI, de verdad, perdona de nuevo el atrevimiento, pero, dejando aparte lo de que seas una unicornia -que también tiene tela- me gustaría mucho, mucho, que me aclarases esa paradoja que encierras en tu esencia. Me explico: si dices que eres de color rosa es, precisamente, porque “se te puede ver” y, en consecuencia, se puede afirmar que eres de color rosa, o sea, que si se te puede ver y decir que eres rosa, es que no eres invisible. Por el contrario, si resulta que eres invisible ¿como puede alguien afirmar que eres de color rosa?
 - ¡Jolín, Lila!... ¡Caramba, caramba, contigo cuando te pones a filosofar! Y yo que te hacía más crédula... ¡No sé!, ¡no sé!... ¡Así, cuestionando como cuestionas los misterios de la fé, no veo que vayas a llegar muy lejos...! 
 - Uuufff... ¡No sé! Podías tú ayudarme algo, ¿no?
 - ¡La verdad, Lila, qué quieres que yo te diga! Sabes que no está bien que los dioses revelemos a los mortales los profundos misterios de las religiones, ya que os haríamos semejantes a nosotros en sabiduría, cosa que puede tener consecuencias nefastas para vosotros. En lugar de preguntarme a mí directamente -no olvides que soy una diosa y que hay una jerarquía y un cierto protocolo para tratar ciertos asuntos- podías haber aprovechado que estaba el Papa -que es un dignatario religioso importante, pero mortal, es decir, inferior a los dioses- de visita por España para preguntarle esas dudas de fé que tienes.
S.S. el papa Benedicto XVI
 - Es que me daría cosa preguntarle a Su Santidad Benedicto XVI por misterios de unicornias...
 - Bueno, pues podrías preguntarle por otros misterios parecidos que tiene su religión, por ejemplo, cómo es eso de que Jesucristo sea Dios y Hombre al mismo tiempo, o lo de la Santísima Trinidad: nada menos que tres Personas divinas y un sólo Dios, o lo de... bueno, más fácil, podías haberle preguntado por una paradoja más terrenal y más sencilla. Por ejemplo, podías haberle preguntado cómo es que él, siendo el Papa, ha pedido al gobierno español que se esmere en promover que las mujeres puedan compatibilizar las obligaciones laborales con las de la vida familiar.
 - ¿Y cuál es la paradoja?
 - Pues que esta petición lo hace precisamente él que es el papa, es decir, el jefe de la Iglesia Católica, y que no mueve ni una pestaña para que las mujeres ocupen puestos más relevantes dentro de su Sagrada Organización, como ser sacerdotisas, por ejemplo e incluso llegar a ser obispas, cardenalas y hasta papisas, y todo ello sin necesidad de renunciar a una vida familiar cristiana.
 - ¡Jodó!
 - Pues eso, Lila. El caso es que, como ves, lo de las paradojas y las contradicciones es consustancial con la fé. Se cree o no se cree y ya está. Así que no te calientes la cabeza: YO SOY ROSA Y SOY INVISIBLE y eso es todo. Y si no, ¡que venga el obispo de Oviedo y lo niegue!
 - No fué ese obispo el que dijo eso de que “Dios existe y si no, que venga Dios y lo vea”.
 - Si, ese mismo.
 - ¡Ves, URI! ¡Otra paradoja! ¡Si dios no existe, cómo va a venir a ver nada! Luego se quejarán los obispos de que no les comprendemos, de que pasamos de su magisterio y de que el sentimiento laicista vaya ganando terreno.
 - Pues… ¿Qué quieres que te diga, Lila?
 - ¡No sé! ¡No sé, URI! Para mi, que algunos hay en las jerarquías religiosas que nunca cambiarán porque nunca comprenderán nada de lo que cambia contínuamente a su alrededor. “EPPUR SI MUOVE”, como dicen que dijo Galileo, entre dientes, cuando los de la Santa Inquisición le hicieran renegar de sus firmes convicciones científicas y aceptar la "verdad evidente” de que es la tierra la que se está quieta en el centro del universo con el sol, los planetas y los astros girando a su alrededor: .
Galileo ante el Santo Oficio (Óleo de Robert-Fléury)
...¡Eh! Esto... ¡Si, bueno!... si quieres, yo te explico...
 - ¡Sí, URI, sí! Lo que yo veo es que todo se mueve y que nada es inmutable, digan lo que digan todas las escrituras, encíclicas, magisterios, doctrinas y revelaciones divinas juntas. No verlo así, y en todos los ámbitos, equivale al error, al fanatismo y al fundamentalismo talibán; es mi opinión.
 - Esto... bueno... hay que ir más despacio con los juicios que haces, Lila...
 - ¡URI!... ¡URI!... ¿Es que no lo ves? ¿Cuánto nos queda todavía de sin-razones pseudo-religiosas? ¿Hasta cuándo tendrá la humanidad que aguantar afirmaciones como la de que los condones no sirven para prevenir el SIDA, o imposiciones como la de que las mujeres tienen que llevar velo, o burka, o variantes intermedias, o regímenes políticos confesionales?
 - Vaya, Lila, pués si que has filosofado tú últimamente...
 - URI, me parece que esto no tiene arreglo. No veo solución salvo implorarte a tí, que eres una diosa buena y comprensiva: ¡URI, apiádate de nosotros, pobres mortales, que tenemos que sufrir la intransigencia, no ya la de los dioses, sino la cerrilidad de otros mortales como nosotros que se autoproclaman interpretes de la voluntad divina!
 - ¡Pues, anda, Lila, que no os queda tela todavía por cortar! Palabra de diosa.