Lila
es una perra teckel negra que me regala su amistad todos los días. URI, en cambio, es una diosa: es la Unicornia Rosa Invisible.

De vez en cuando URI le hace alguna revelación a Lila -vaya Vd. a saber por qué- y Lila,
si le parece, me cuenta lo que cree haberle entendido a URI mientras paseamos por la Dehesa de la Villa. Yo me limito a transcribir en este blog algunas de estas fantasías perrunas. Para mí es un ejercicio de expresión escrita sin otro objeto que dar forma a las ideas informes que circulan por las cabecitas de los perros; ideas que, por otra parte, los perros no suelen contarnos a menudo, puede que por educación... o por prudencia; o porque no son muy habladores, o porque no les prestamos atención. ¡Yo qué sé!

Tú, lector, no tienes por qué sentirte obligado a leer estas monsergas; si lo haces, quedas advertido de que las revelaciones de la diosa URI, aunque sean indirectas, o quizás por eso, pueden causar daños irreversibles en el intelecto.

17 de noviembre de 2010

Perros callejeros

 - Lila, ¿tú no tienes miedo de que algún perro te contagie alguna enfermedad de transmisión sexual? ¿Tomas precauciones en tus relaciones sexuales con otros perros?
 - No sé a qué te refieres, URI... ¿Qué quieres decir?.
 - Bueno, pues que, si no tomas precauciones, puede pasarte algo. ¿No tomas medidas profilácticas?
 - Verás, URI, si quieres te cuento lo que pasa y luego tú me dices. Verás: cuando no estoy en celo, sencillamente, no me dejo... no me apetece; les gruño a los perros, o me siento con mi cosita pegadita al suelo, como cuando mi amo me dice "sit", o me doy media vuelta y me voy.
Perros callejeros
 - ¡Ah, vaya! Podríamos decir, entonces, que practicas el método de “si uno no quiere, dos no riñen” ¿no es así, Lila?. Pero... ¿y cuando estás en celo, qué haces?
 - Pues, cuando estoy en celo ¡ay, URI!, eso es otra cosa... Si se arrima algún perrito cachondo que haya olfateado la oportunidad -cosa rara, porque, en tales coyunturas, mi amo me lleva a pasear por sitios apartados donde no pasean perros- pues, como te decía, si se arrima algún perrito, levanto el rabo y yo... me dejo llevar...
 - O sea, que lo haces sin más: ¡aquí te pillo, aquí te mato!
 - Tú escucha, URI, y no te precipites. Como te decía, me dejo llevar, pero no en el sentido que tu piensas. Verás: en tales circunstancias, mi amo enseguida se pone histérico y se lía a darme tirones de correa para apartarme del perrito; yo, por más que clavo las uñas en el suelo y tiro para atrás, nada, no puedo con él, y mi amo venga a tirar de mí, tanto que a veces me parece que me va a partir el cuello, y yo que no, y mi amo tira que tira. Y yo, aunque no lo quiera, pues termino por dejarme llevar... bueno, arrastrar más bien.
 - ¡Ah! ¿Lo de dejarte llevar lo decías por eso?
 - En parte. El caso es que los perros, cuando los espermatozoides se les suben a la cabeza, son muy insistentes...
 - Bueno, animales sois al fin y alcabo, y todos los animales estáis sometidos al estrés de la reproducción sexual... Pero, sigue, Lila. ¿Cómo termina la cosa?
 - Pues que el perrito, nevioso, por más que mi amo tire de mi, nos sigue meneando el rabo, levantando la pata intentando montarme y soltando espermatozoides por todos los lados. El pobre perro venga a intentarlo y yo, arrastras, resistiéndo los tirones de correa de mi amo. ¡Todo un cuadro, URI!.
 - ¿Y en qué acaba la cosa?
 - Pues, como el perro sigue insistiendo y no se va a pesar de los empujones que también le propina mi amo, entonces mi amo termina por agarrarme en brazos para llevarme lejos del perro. Y yo, claro, otra vez me dejo llevar...
 - ¿Te dejas llevar?
 - ¡Claro! No me queda otra. ¡Quien manda, manda!
 - ¿Y el perro?
 - El perro, pués detrás de nosotros dando saltos. Mi amo gesticula, grita y le empuja para que se vaya, en un intento vano de espantarle.
 - ¿Y cómo termina el acoso, entonces?
¿Perros callejeros?
 - Pues, normalmente, el dueño del can anda por allí y, aunque no se entera mucho de qué va la fiesta, finalmente cae en la cuenta de lo que sucede y entra en escena mirándonos a todos como si fuéramos extraterrestres,  sujeta a su perro y se lo lleva y... fin del romance. Mi amo se relaja y yo aprovecho para tomar un poco de aire... ¡Ufff! ¡Qué agobio! Te lo aseguro, URI: me queda el cuello dolorido para un par de días.
 - Podría decirse, entonces, que las precauciones las toma tu amo, ¿no?
 - Pues sí. La verdad es que los perros domésticos no “mojamos”, a no ser que nuestros amos pacten la cosa con propósitos reproductores. ¡Ay, URI! No sabes cuánto envidio a los perros callejeros: ¡ellos sí que disfrutan del sexo!
 - Bueno, Lila no los envidies tanto. Los perros callejeros puede que lo tengan más fácil, pero también están expuestos a todo tipo de inconvenientes. La cosa no es tan así como piensas.
 - ¡Ya! ... Si, por lo menos, los perros pudiéramos usar condones... Claro, que con estas patazas que tenemos, todas llenas de uñas... sin un dedo pulgar... no sé... ¡acabaríamos rompiéndolos seguro!
 - ¡Pues claro! Lila, todavía no se han inventado los condones para perros.
 - Aunque... no sé si merecen la pena, URI. El otro día, en la tele, oí decir a una monja que parecía muy puesta en el asunto, bueno, pués la oí decir que los condones no son seguros... que tienen muchos defectos de fabricación y que tienen poros por donde pueden pasar, no ya los espermatozoides, sino los virus, que son unos bichos muy, pero que muy pequeños...
 - ¿Ah, sí?
 - El caso es que, después de oir a la monja, no sé bien qué pensar, URI... A lo mejor, después de todo, la monja estaba hablando de los condones que usan en los conventos. Como las monjas son pobres, quizá compren condones baratos... y claro...
 - ¡Qué bruta eres, Lila! ¡No te enteras de nada!
 - ¡Bueno, pues sí! ¿Qué pasa? Si quieres que te sea sincera URI, te diré lo que pienso de verdad: ¡la verdad es que no entiendo bien la lógica de la Iglesia Católica!
 - ¿A qué te refieres?
 - Pues que el papa, los obispos... bueno... toda la jerarquía se opone a la utilización de los condones. No admiten su uso ni tan siquiera para prevenir el contagio de enfermedades. Según ellos, todas las relaciones sexuales deben estar siempre abiertas a la reproducción. ¡Chúpate esa! Aunque te agarres un SIDA que te lleve al otro barrio. O sea, URI, lo que yo entiendo, en palabras perrunas, es que defienden lo de los perros callejeros: "a pelo" o nada, salvando las distancias, claro.
 - Por favor, Lila, habla con más respeto de esas cosas. Por si no lo sabes, al papa y a los obispos les inspira el Espíritu Santo.
 - ¡Ya, ya! Ya sé yo que la Virgen María concibió por obra y gracia del Espíritu Santo...
 - ¡Lila! Como sigas así, te dejo y me voy...
 - ¡Jolín, URI, qué corporativista eres...! En cuanto se critica un poco a las divinidades, no admites la más mínima... Bueno, pues te diré de una vez lo que me molesta de verdad: ¡que sólo hablen de los condones, coño! ¡pero nada dicen de los tirones de correa que me mete mi amo para que no folle a gusto! ¡Eso sí que es un método anticonceptivo en toda regla!

1 comentario:

JMBA dijo...

Pobre Lila, cómo la maltrata su amo, impidiéndole dar rienda suelta a su celo.

Claro que los perritos que vinieran luego no sé qué iba a pasar con ellos...

Un abrazo, Seve.